Este es el debate más común cuando se afronta el modelado de producción. Arrastramos costumbres e inercias de los métodos tradicionales 2D que a menudo son un lastre. Nuevos métodos requieren nuevos planteamientos y que nos cuestionemos todos y cada uno de los pasos que realizamos. Un exceso de detalle puede significar que el modelo sea tan pesado que no sea operativo. También puede ser que implique una gran cantidad de tiempo de modelado, y una significativa perdida de agilidad frente a las modificaciones.
Por tanto, ¿cómo de detallado debe ser? Pues la respuesta es sencilla: la austeridad debe ser nuestra regla. Debemos simplificar las geometrías y solamente debemos modelar aquellos elementos de los que debamos sacar fabricación o medición. Esto puede significar que debemos negociar cómo será nuestro entregable con nuestro cliente, pero esta negociación debe basarse en el mutuo interés de agilizar el proceso de modelado y exportación de entregables. La única limitación es que no falte información a taller, ni se pueda generar confusión o incomodidad durante la fabricación y montaje. Esto no quiere decir que debamos modelar siempre simplificadamente, solamente implica que nos cuestionemos si es necesario o no, y si podemos ahorrarnos trabajo innecesario.
En el sector de las fachadas ligeras esto adquiere una grandísima relevancia, puesto que tradicionalmente se han grafiado los elementos que la componen con gran lujo de detalles, llegando a representar hasta los hilos de los tornillos con total exactitud. Esto ya ha sido siempre un hándicap por exactamente la misma razón. Desde el primer momento, se invierte mucho tiempo en desarrollar planos con muchísima información y detalle, con un alto riesgo de ser modificado tras las revisiones de la DF. Un cultivo perfecto para el retrabajo y retrasos en las entregas. Esto siempre ha sido una lacra para las oficinas técnicas que han visto como se invertía gran cantidad de horas perdidas en delineación, y pese a sus esfuerzos, siempre van con retraso en la planificación. Esto quiere decir que el entregable no es funcional ni compatible con los plazos y márgenes con los que se trabaja hoy en día en el sector.
Al sopesar los pros y contras, tenemos a un lado de la balanza la tradición (siempre se ha trabajado así y nuestro cliente espera recibir el entregable de la misma manera), la fidelidad (lo que se modela se corresponde al 100% con la realidad) y la precisión (modelamos con conocimiento exacto de la forma y dimensión de cada pieza). Por el otro lado tenemos la eficiencia (una correcta proporción entre esfuerzo y beneficio o funcionalidad), la flexibilidad (se tarda menos y se cometen menos errores cada vez que se hace una modificación) y la rapidez (se reduce el tiempo invertido en obtener los primeros resultados ya que es más fácil modelar).
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